jueves, 4 de febrero de 2016

Cuando mueren las gardenias


Las gardenias se pudieron de moda en la aristocrática sociedad de Carolina del Sur a mediados del S. XIX, poco antes de que declinara para siempre la noble bandera de la Confederación. Simbolizaba el amor secreto, la pasión oculta. Pero mi madre, que no sabía nada de esto, me contaba que la canción con la que se enamoraron mi padre y ella, allá por la cincuentena del pasado siglo, que sonaba cuando soñaban una vida juntos, era "Dos gardenias para ti", del cubano Antonio Machín, que sonaba en los pick-up de la época, en los bailes con orquesta de los domingos por la tarde y en las dedicatorias de los enamorados en la radio de galena.
 
Mi padre murió joven, como si tuviera prisa por abandonar un mundo que no le gustaba y que no lo trató bien, y mi madre vivió muchos años del agridulce recuerdo que su amor le dejó. Y así ha pasado el tiempo para todos, desde entonces, las radios de galena ya no existen, ni hay dedicatorias de enamorados en las actuales radios digitales. Quizás sea porque tampoco queden enamorados o, si queda alguno, el tiempo antes de derretir la magia del enamoramiento en el fuego de la pasión carnal es tan breve, que apenas hay lugar para el romanticismo y el ideal del amor puro; O quizás, sencillamente, es que las gardenias se mueren, al ver que en nuestras vidas ya no queda sitio para ellas, ni para el verdadero amor.
 
Para escuchar: Dos gardenias para ti, interpretada por Antonio Machín
 
Letra

Dos gardenias para ti,
con ellas quiero decir:
te quiero, te adoro, mi vida.

Ponles toda tu atención,
porque son tu corazón y el mío.
Dos gardenias para ti,
que tendrán todo el calor
de un beso, de esos besos que te di,
y que jamás encontrarás,
en el calor de otro querer.

A tu lado vivirán,
y te hablarán,
como cuando estás conmigo.
Y hasta creerás que te dirán:
"Te quiero".

Pero si
un atardecer, las gardenias de mi amor
se mueren, es porque
han adivinado, que tu amor
se ha marchitado, porque existe otro querer.

Dos gardenias para ti...
 

Antonio Abad Lugo Machín, conocido como Antonio Machín (Sagua la Grande, Cuba, 11 de febrero de 1903 - Madrid, España, 4 de agosto de 1977), fue un cantante cubano de boleros y de música popular en general. Basó su repertorio en la música cubana y la balada romántica.

Intérprete de reconocido prestigio en el ámbito hispanohablante, es famoso por sus recreaciones, entre otras, de temas como El manisero, Dos gardenias, Angelitos negros. Su disco El manisero, grabado en 1930 acompañado por la orquesta de Don Azpiazu para la compañía Víctor de Nueva York, constituyó el primer éxito millonario en ventas de la música cubana.

En España, ya con más de sesenta discos grabados y con su "Cuarteto Machín", le llega la consagración gracias a una adaptación absoluta al país como lo demuestra la frase, muy citada, de que se trataba de "El más cubano de los españoles y el más español de los cubanos". En España, Machín encuentra todo lo que buscaba y le gustan especialmente Madrid, Sevilla (donde encontró el amor); Alicante donde pasaba largas temporadas en su apartamento de Playa de San Juan. También frecuentaba Barcelona, donde actuó por primera vez al llegar a España y en la actualidad se le recuerda con un monolito en la Plaza Vicenç Martorell del Distrito de Ciutat Vella, al lado de la Plaça de Bonsuccés, donde pensaba trasladarse a vivir justo antes de su muerte.

Empezó prácticamente desde abajo y llegó a ser testigo y banda sonora de las historias de amor de los españoles en unos tiempos difíciles, su popularidad fue creciendo hasta ser idolatrado como lo eran las grandes estrellas de la copla, sus canciones pasaron a ser parte de la memoria sentimental de varias generaciones a través de la radio.

Por su carácter serio y humilde, Machín fue muy bien acogido en la España de la época. Impuso su personal estilo en el bolero y hasta entró en el refranero popular con el dicho "Te mueves más que las maracas de Machín." En Alcalá de Guadaíra (Sevilla) el 7 de junio de 1977 salió muy agotado de escena y no pudo regresar. Fue su última actuación. Machín falleció en Madrid el 4 de agosto de 1977, en su casa de la calle General Mola (hoy Príncipe de Vergara), a los 74 años de edad.

Descansa en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, donde sus compatriotas y familiares le recuerdan cada año rociando su tumba con ron cubano y cantando alguno de sus boleros.

El 10 de diciembre de 2006 se inauguró una estatua en su memoria en Sevilla, obra del escultor Guillermo Plaza Jiménez, ubicada en la Plaza Carmen Benítez. Allí, la imagen sevillana de Machín custodia y mira hacia la Hermandad de Los Negritos, a la que el cantante cubano estuvo muy vinculado, además una calle de Sevilla lleva su nombre. El 22 de abril de 1981 se le rindió un gran homenaje en un concierto en el que participaron cuatrocientos artistas de diversos estilos que se celebró en el Palacio de los Deportes de Barcelona.

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