jueves, 26 de junio de 2014

Aldara, la leyenda de la mujer cierva


Una mujer me ha fascinado todos los días de mi vida, desde que la conocí en una madrugada ya lejana. Desde entonces, cada una de las jornadas ha estado marcada por su magia al final del día, por el dulce tono de su voz que me pide que le recite algún poema que, podéis creerme, no creí que conservará en un algún lugar apartado de mi memoria, y que aun así me esfuerzo en buscar para ella. Es, sin duda, la mujer a la que más he amado, la que más me ha sorprendido, la que más puramente, generosamente y ciegamente, amo. 
 
Ella hunde las raíces de su nombre y de sus rubios cabellos propios de nuestra raza, en las verdes tierras y en las altas montañas de Galicia y de Castilla. Y así, aguardo con ansia cada tarde la caída del Sol, sabiendo que con la llegada de sus últimos rayos, también llegará ella con las risas o las lágrimas que sus pequeños o grandes asuntos le provocan, trayéndome a la memoria viejas leyendas e historias, que quién sabe si fueron en tiempos ya olvidados. Pues todo se olvida... todo, menos el amor, si es como el mío por ella, señor tan fuerte y tan sabio.
 
Esta es su leyenda de hoy.
 


Aldara, la leyenda de la mujer cierva
(Leyenda popular gallega)

Hace mucho tiempo, en el castillo de Doiras (Vilarello -Cervantes- Lugo) moraba un caballero de nombre Froiaz, con dos hijos: Egas y Aldara. Aras, el hijo de otro señor de un castillo cercano se enamoró de Aldara. Su amor fue correspondido y con el consentimiento de los padres se anunció la boda. Pero una tarde, Aldara desapareció del castillo, un ballestero trajo noticias diciendo que la había visto dirigirse a media mañana hacia el riachuelo cercano. Padre y hermano, criados y escuderos, e incluso su enamorado acompañado de sus gentes, fueron en su busca por montes y bosques, por chozas y caseríos... Después de algunos días de búsquedas infructuosas consideraron definitiva la pérdida de Aldara imaginándosela malherida por algún jabalí, algún oso o devorada por los lobos.

Muchos años más tarde Egas, estando de caza en el monte de Galo Monteiro, divisó a una hermosa cierva blanca. De un único y certero disparo terminó con la vida del animal, pero no se había percatado que era imposible llevarla al castillo por su peso excesivo (o tal vez, porque la nieve dificultaba el transporte), así que le cortó la pata delantera (para señalar que el animal le pertenecía o para mostrar un trofeo que diese cuenta de su hazaña). Y cuando fue a mostrarle a su padre la pata de la cierva, contándole el éxito obtenido, atemorizados, vieron cómo lo que Egas sacó de la bolsa fue una mano; una mano fina, blanca, suave; una mano de doncella hidalga. Y en uno de los dedos de aquella mano relucía un hermoso anillo de oro con una piedra roja.

Froiaz y Egas se acordaron de que aquel era el anillo de Aldara. Con ánimo dolorido corrieron hacia la cima del monte, hacia el lugar donde Egas había matado a la cierva. Allí encontraron, tendido en el suelo el cadáver de Aldara, a quien le faltaba una mano.

Según cuenta la leyenda, algún "mouro" (ser imaginario al que eran achacados muchos hechizos en el pasado legendario de Galicia) debió de encantarla en figura de cierva, y la muerte se encargó de devolverla a su estado natural, doncella. Pero jamás se pudo saber el motivo.
 
Para escuchar: Luar Na Lubre - Canto De Andar (Camiños da fin da terra)
 
Canción inspirada en las antiguas cantigas galaico-portuguesas y en las tradiciones bárdicas del Atlántico.

Letra 
Canto de andar  
(Autor: Bieito Romero-LNL) 

Amence paseniño nas terras do solpor,
as brétemas esváense coas raiolas do sol.
Meu amor, meu amor, imos cara o maior.
Miña amada, meu ben, imos polas terras do alén.

Acariña o silencio e escoita o corazón,
que moitos dos teus soños latexan ao seu son.
É tempo de camiño andar e de non esquecer,
que o futuro que ha de vir é o que has de facer.
e o sol vai silandeiro deitándose no mare,
facéndonos pequenos con tanta inmensidade


Traducción

Amanece lentamente en las tierras del sol poniente,
se desvanece la niebla con los rayos del sol.
Mi amor, mi amor, que se enfrentará a la mayor.
Mi querida, mi bien, yendo más allá de la tierra.  

Acaricia el silencio y escucha el corazón,
muchos de sus sueños latirán a su son.
 
Es hora de caminar camino y de no olvidar,
que el futuro que está por venir es lo que has de hacer.
Y el sol deleitándose silencioso en el mar,
haciéndonos pequeños con tanta inmensidad.
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Etimología del nombre Aldara

Género: femenino.
Origen: Germánico.
Significado: Sabia anciana, respetable.

Aldara es un nombre de origen germánico derivado de "Aldewara" y compuesto por "ald-" que significa "viejo, respetable, eminente" (raíz también de "old" en inglés) y "-war", "sabio".

Aldara ha sido un nombre utilizado sobre todo en Galicia ya que allí fue muy importante la figura de Doña Aldara Eriz, llamada popularmente como Santa Aldara o Ilduara. Doña Aldara Eriz fue una dama noble y poderosa en la Galicia del siglo X. Estaba casada con el conde Gutier Menéndez y fue la fundadora de los monasterios de San Salvador de Celanova y Santa María de Vilanova en Vilanova dos Infantes. También fue la madre del ilustre San Rosendo, abad y fundador de varios monasterios, obispo de Mondoñedo y virrey del rey asturleonés Odón II. La festividad de santa Aldara se celebra el 20 de diciembre.

Los nombres de Aldara e Ilduara han sido interpretados como variantes del mismo nombre durante mucho tiempo, de ahí que Santa Aldara y Santa Ilduara se refieran a la misma persona. Estudios modernos apuntan a que en realidad se trata de nombres con etimología distinta. Así, se cree que Ilduara procedería de "Hildewara", formado por los elementos "hild-", cuyo significado es "guerrero", y "-war", "sabio".

En la Galicia actual el nombre de Aldara se ha recuperado y está ganando en popularidad como nombre regional. Y aunque no se trata de un nombre propiamente gallego, sí pertenece por derecho propio a la tradición gallega.

Aldara es un nombre rotundo y dulce a la vez, el nombre de una gran dama.

Y seguiremos por siempre en las tierras del “más allá”, caminando hacia el gran océano.

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