viernes, 28 de octubre de 2016

Tiempos de pobres


Soy nieto de jornaleros de Extremadura y La Mancha, tierras pajizas y secas hechas a durezas y dramas, escenario de crueldades que están en la memoria fijadas. Y a ti que me escuchas te cuento, una historia, que quizás tengas ignorada, que quizás sea la tuya y no debes olvidarla.
 
Hubo un tiempo de labriegos pobres y de horizontes sin esperanzas, de madrugadas de siega, de vendimias y labranzas, de fiestas en la romería, de humillaciones diarias al descubrirse ante el patrón al paso de su chalana. Eran tiempos de señoritos y caciques, de curas y beatas, de capataces al amo vendidos, de al ocaso recoger las vacas. Y así día tras día, trabajando para los caciques por cuatro perras malpagadas, un tiempo de bodas celebradas en la plaza entre jotas y dulzainas, que el hijo del cacique dejó a la novia preñada, y casarla era preciso para tapar de la hembra la falta. Y así, entre pena y pena, entre lágrima y lágrima, los jornaleros en las dehesas trabajaban por el parco sustento que sus amos les pagaban: un real, algo de vino, a veces una sardina, y una hogaza de pan horneado en la mañana.
 
Y de vez en cuando los mozos a la guerra se los llevaban, a velar por las minas de los ricos, en tierras africanas. Y de esta manera, entre hambres y penas, con la miseria heredada como se hereda de padre la azada, vivían nuestros abuelos sin pan, sin escuela, sin despensa ni para el cuerpo ni para el alma, sobreviviendo de la caridad de los ricos, esa que es tan cristiana. Pero tanta injusticia, tanta hambre atrasada, hizo que contra Dios y contra los amos se levantaran los pobres en armas. Mas, no sirvió de nada, pues perdida la guerra, lograda la paz de los ricos con su cruzada, volvió el cacique al pueblo a ejercer su venganza, a recordarles a todos quién era el amo de cada fanega de tierra labrada. Y no quedó más remedio que escapar de los campos, no hubo más solución que marchar a las fábricas, a sudar el jornal, pero no para levantar a la Patria, sino para comer y quitarse el hambre, que, desesperada, como sombra del cuerpo acompañaba a los pobres de la cuna a la mortaja.
 
Andando el tiempo, les cambiaron las migas con pimientos por pitanza americana, y los hicieron ignorantes de su pasado para que de él se olvidaran, que quién no ve sus cadenas, vive con ellas ignoradas, y los nietos del amo volvieron, diciendo a los nietos de los pobres que los votaran, eran los nietos del que preñó a la abuela y la dejó abandonada. Pero olvidaron un detalle, pequeño, casi nada, el hueco que deja en el corazón el hambre, lo seca que deja el dolor y la humillación el alma, que la huella que la pobreza deja, en el corazón queda a fuego grabada.
 
 
Para escuchar: El niño yuntero, poema de Miguel Hernández musicado por Joan Manuel Serrat
 
Letra
 
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

 
 
El trovador y el poeta.
 
Joan Manuel Serrat (Juan Manuel Serrat Teresa) (Barcelona, 27 de diciembre de 1943) es un cantautor, compositor, intérprete, poeta y músico catalán español. Se trata de una de las figuras más destacadas de la canción moderna tanto en lengua castellana como catalana. Es uno de los pioneros de lo que se dio en llamar la Nova Cançó catalana y miembro del grupo Els Setze Jutges (al que ingresa como el decimotercer miembro), grupo de cantantes en lengua catalana que tienen como referente a la chanson francesa (con exponentes como Jacques Brel, Georges Brassens o Léo Ferré, entre otros). En 1965 se edita la primera grabación con cuatros canciones, el EP Una guitarra con las canciones Una guitarra, Ella em deixa, La mort de l'avi y El mocador. En 1966 aparece su segundo EP Ara que tinc vint anys con las canciones Ara que tinc vint anys, Quan arriba el fred, El drapaire y Sota un cirerer florit. En 1968 publica sus primeras canciones en español, con varios sencillos que serían recogidos en el LP La paloma al año siguiente. Al mismo tiempo, iba componiendo nuevas canciones en catalán que se editaban también en formato sencillo. En 1969 se edita el LP Com ho fa el vent. Cuando, a finales de los sesenta Serrat comienza a cantar en castellano, a aparecer en portadas de revistas de fanes y a hacer películas, algunos de sus "seguidores de siempre" pasan a considerarlo un traidor de la causa catalanista. Él se defiende diciendo que el castellano también es su lengua materna, pues su madre era aragonesa. En 1969 publica el disco titulado Dedicado a Antonio Machado, poeta, con el cual logra un gran éxito de ventas, a pesar del veto que pesaba en su contra, que impedía incluso promocionar por radio sus trabajos. Participa en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en 1970 como artista invitado, y gana el Festival de Río de Janeiro con la canción Penélope, compuesta en colaboración con Augusto Algueró. En 1971 edita definitivamente Mediterráneo, uno de sus álbumes más importantes. En 1973, publica el LP Per al meu amic en catalán, considerado por algunos críticos como uno de los más logrados de su carrera. Desde este momento y hasta la actualidad, ha seguido componiendo y enriqueciendo el patrimonio musical en castellano y en catalán.
 
Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 - Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono» de la generación del 27.