sábado, 6 de abril de 2013

La Inocencia perdida

 Fotograma de la película "La Pérdida de la Inocencia" dirigida por David Schwimmer.

Hoy me he encontrado con la paradoja de enterarme por los informativos de televisión de lo que ocurre exactamente en el colegio que se encuentra a veinticinco metros de mi casa. Un montón de adolescentes obtenían de sus compañeras de colegio fotografías de contenido pornográfico, unas veces consentidas, otras bajo coacción, y las difundían a través de WhatsApp desconociéndose la difusión que han podido alcanzar. En el mismo informativo, se daba noticia de que el gobierno español ha fijado la edad legal para casarse y mantener relaciones sexuales en dieciséis años.

Al margen de la cuestión sobre la edad correcta para vivr la sexualidad o casarse, en nuestra sociedad  se vive la degradación del amor como sentimiento y valor absoluto, y ha reducido el más noble de los sentimientos a un ejercicio mecánico sucio que se aprende en las escuelas y que se asemeja a una charca de fango sin reglas, en la que todo vale más allá del valor del ser humano y de cualquier moral. Y esta situación, no es sino el resultado de la pérdida absoluta de la dignidad de la vida humana en el sistema de valores vigente, de la erradicación de todo sentido trascendente del ser humano. El Amor, así con "A" mayúscula, es lo único que nos eleva por encima de la miseria humana, nos asemeja a Dios y nos hace mucho mejores de los que nunca seríamos sin él. Sin amor toda degradación es posible, con el verdadero amor ninguna.
Y aunque el amor en muchas ocasiones duele, y no me refiero sólo al amor natural entre un hombre y una mujer sino también al fraterno o filial etc., es lo único que da sentido a la vida y por ello lo mejor que somos capaces de vivr y de alcanzar. Por eso quiero reivindicar la pureza del amor y el amor en la pureza, reproduciendo el mejor himno al amor escrito nunca:  

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.


El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.

Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.


Carta de San Pablo a los Corintios 13, 1-13.

 Para escuchar: "No tengo edad" de Gigliola Cinquetti .

Letra 

No tengo edad, no tengo edad,
para amarte y no está bien
que salgamos solos los dos.

no sé que más, no sé que más
puedo decirte, tú sabes ya
muchas más cosas
que yo.

deja que viva, este amor tan romántico
deja que llegue el día soñado
mas ahora no.

no tengo edad, no tengo edad,
para amarte y no está bien
que salgamos solos los dos.

tal vez querrás, tal vez querrás,
esperarte que sea mayor y pueda darte
mi amor.

deja que viva, este amor tan romántico,
deja que llegue el día soñado
mas ahora no.

no tengo edad, no tengo edad,
para amarte y no está bien
que salgamos solos los dos.

tal vez querrás, tal vez querrás,
esperarte que sea mayor y pueda darte
mi amor.

Gigliola Cinquetti  es una cantante y presentadora de televisión italiana. Debutó a los dieciséis años en el Festival de San Remo de 1964, ganando el concurso con la canción Non ho l'età (per amarti) (No tengo edad (para amarte)). Dos meses después vence en Copenhague, con la misma canción, en el Festival de la Canción de Eurovisión. Ha participado en doce ediciones del Festival de San Remo, venciendo en dos ocasiones. En 1974 participa de nuevo en el Festival de Eurovisión, quedando segunda con la canción (el primer puesto fue tomado por el grupo ABBA, con la canción "Waterloo"). La versión inglesa del tema llegó a la séptima posición de la lista de ventas inglesa. Durante las décadas siguientes, Gigliola hizo otras apariciones en el festival de San Remo, presentándose por última vez en el año 1995. Tres años antes de esta fecha, en 1992 publicó su último álbum de estudio, bajo el título de La Poèsie d'une Femme, que la llevó a realizar algunas apariciones televisivas en tierras galas. Actualmente, y desde los años 1990, trabaja en la televisión pública italiana, la RAI.

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