jueves, 22 de agosto de 2019

Como un dulce veneno


Escuchando de tus labios mi nombre,
tu amor se encerró en mí
huyendo del silencio,
para construir un castillo de besos,
hecho de momentos de menta
y de instantes de cielo.

Nuestra piel desobediente
al empuje del viento,
abandonó en nuestra playa
un agridulce recuerdo,
a lomos de un caballito de mar
triste como un pirata viejo.

¡Restos de nosotros mismos
perdidos en los naufragios
de los veranos y sus sueños!
Septiembre se deja intuir despacio,
como lenta se nos insinúa la muerte,
tras beber un dulce veneno.

Para escuchar: El final de fiesta interpretada por Neila Rojas
acompañada de su autor Javier Limón.

Letra

Uno de esos cuentos sin final
hoy en mi voz hace memoria.
Cuenta cómo un pobre cantaor
nunca logró hacer historia.

Fue de pueblo en pueblo por azar
y en los tablaos dejó su vida.
Tres pesetas vale una canción
y ahora esta copla por bulería.

La noche del apagón,
sólo tres o cuatro velas
medio alumbraban la sala.

Entre canción y canción,
el humilde cantaor
apenas ve casi nada.

Y de pronto entraste tú
fuente serena de luz,
pecado inmortal eterno.

Mudo nunca cantaré,
si no es para esta mujer.
Soy sólo un mar de silencio.

El tiempo pasó frío y veloz
y él encontró fortuna y clase.
Respetado y noble gran señor.
Se hizo querer, vivió a lo grande.

Iba cada noche a algún café,
para escuchar a los artistas.
Fama de truhan halagador,
amante infiel y buen letrista.

Otra noche de tormenta,
sólo un candil quedó en pie
en el café de Los Austrias.

De repente algo pasó.
Una bailarina quieta
como medio hipnotizada.

Se volvieron a mirar.
Él callado y ella inmóvil.
Esta vez no hubo miseria.

Más arrugas y más amor.
Acabaron por vivir
juntos el final de fiesta.

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