sábado, 24 de diciembre de 2016

Navidad en la pobreza

 
Como todos los años por estas fechas, esta tarde he estado con mis hijos en el centro de la ciudad, entre los puestos de artesanos belenistas y vendedores de productos de bromas de escasa o nula gracia. Y en este día víspera de la Nochebuena, hemos consagrado la pequeña tradición familiar de acudir año tras año a la misma tienda a comprar a la misma señora unas tiras de regaliz que parecen no acabarse nunca. Las compramos de muy diversos sabores, buscando siempre las favoritas de cada uno y probamos alguna que nos resulte novedad. Cuando cruzábamos entre risas y canciones la plaza, he visto como un hombre joven  de aspecto extranjero rebuscaba en un contenedor las sobras de un restaurante lleno de luz. Contrastaba la huera alegría del entorno, con el talante apesadumbrado del hombre.
 
Algo así tuvo que ser aquella Pascua en la que una adolescente a punto de parir, acompañada de un hombre joven, no encontraba refugio ni ayuda en una fría noche de Medio Oriente. Y pienso en que las cosas no han cambiado tanto. En 1945 nos prometieron un mundo de fraterna igualdad que ha resultado ser una mentira, opulenta para unos pocos, sí. Pero mentira al fin y al cabo. Millones de jóvenes toman su hatillo y enfilan el rumbo de la luminosa y vacía Europa que, como un nuevo Titanic, se hunde irremisiblemente entre luces y música que ya en nada nos recuerdan a aquel niño hijo de una adolescente que  nació hace dos mil años, y que se desvanecerá ante sus ojos ahogada precisamente por su llegada.  Y al igual que  le ocurrió a aquella joven pareja que llevaba envuelto en su amor al Hijo de Dios, no encontrarán paz, si acaso un pobre refugio entre las bestias. Y sintiendo compasión por todos ellos, pero sin olvidar a los míos, le pido a Dios que permita que los hombres sepamos encontrar el camino de la verdadera concordia que aquel niño nos marcó, aunque sólo por esta Navidad.

Para escuchar: "La peregrinación" ("A la huella a la huella") de Ariel Ramírez interpretada por Mercedes Sosa.

A la huella, a la huella, José y María,
por las pampas heladas, cardos y ortigas.
A la huella, a la huella, cortando campo,
no hay cobijo ni fondas, sigan andando.
Florecita del campo, clavel del aire,
si ninguno te aloja, adonde naces?
donde naces florcita que estas creciendo,
palomita asustada, grillo sin sueño.
A la huella, a la huella, José y María,
con un Dios escondido... nadie sabia!

A la huella, a la huella, los peregrinos.
Préstenme una tapera, para mi niño.
A la huella, a la huella, soles y lunas,
dos ojitos de almendra, piel de aceituna.
Ay, burrito del campo! Ay, buey barcino!
que mi niño ya viene, háganle sitio
un ranchito de quincha solo me ampara
dos alientos amigos, la luna clara.
A la huella, a la huella, José y María,
con un Dios escondido... nadie sabia!

A la huella, huella, huellita, José y María.
 
Haydée Mercedes Sosa, (Tucumán, 9 de julio de 1935-Buenos Aires, 4 de octubre de 2009) conocida como Mercedes Sosa, fue una cantante de música folclórica argentina, reconocida en América, considerada la mayor exponente del folklore argentino, cumbre de la Historia de la música folclórica de Argentina y una de las principales e infaltables cantantes de la música popular de Latinoamérica. Se la conoce como La Voz de América Latina.
 
Fundadora del Movimiento del Nuevo Cancionero y una de las exponentes de la Nueva canción latinoamericana. Incursionó en otros géneros como el tango, el rock y el pop. Se definía a sí misma como «cantora» antes que «cantante», siendo una distinción fundamental de la nueva canción latinoamericana de la que ella fue una de las iniciadoras: «Cantante es el que puede y cantor el que debe» (Facundo Cabral).
 
Ese ideal fue expresado por Mercedes Sosa en los títulos de sus álbumes como Canciones con fundamento y Yo no canto por cantar. Entre las interpretaciones con que se ha destacado en el cancionero latinoamericano se encuentran: «Al Jardín de la República», «Canción con todos», «Alfonsina y el mar», «Gracias a la vida», «Como la cigarra», «Zamba para no morir», «Solo le pido a Dios», «La maza», «Todo cambia», «Duerme negrito», «Calle angosta».
 
Entre sus discos se destacaron Canciones con fundamento (1965), Yo no canto por cantar (1966), Mujeres argentinas (1969), Homenaje a Violeta Parra (1971), Cantata sudamericana (1972), Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui (1977), Mercedes Sosa en Argentina (1982), Alta fidelidad (1997), su interpretación de la Misa criolla (2000) y Cantora (2009). Cantora su último trabajo, lanzado poco antes de su muerte, es un álbum doble donde interpreta 34 canciones a dúo con destacados cantantes iberoamericanos, y cierra con el Himno nacional argentino.

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