En ocasiones tengo el privilegio de detenerme a contemplar el ocaso, desde lo alto de una pequeña colina próxima a mi casa. Desde allí, junto con mi buen amigo Günther, un teckel que vale más que cualquier hombre, veo caer los últimos rayos de sol sobre la ciudad, hasta que termina por hacerse la oscuridad en un proceso inverso al del alba. Este fenómeno del nacimiento y la muerte del día, su principio y su fin, me hacen reflexionar sobre como la muerte vence a la vida, haciéndome consciente de que todo lo que existe se extinguirá en algún momento. Y me pregunto: ¿Cuándo comenzó el declinar del Sol? ¿Cuándo el día empezó a ceder su espacio a la noche, la luz a la oscuridad? ¿Cuándo comenzó el fin? ¿Cuándo comienza la muerte de cuanto amamos, de nosotros mismos, del amor?
La muerte del amor es algo semejante a la del día. Cuando existe, empieza sin conocer la razón de sí mismo ni su origen, no conoce el momento exacto de su nacimiento, el enamoramiento es otra cosa, y llega a su cénit sin advertirlo, sin ser consciente de sí mismo; Pero un día, uno cualquiera, sin conocer muy bien el porqué, lo que nos unía comienza a marchitarse, y en la angustiosa búsqueda de una explicación al desastre, tratamos de encontrar una causa en el otro o en nosotros mismos, tanto da. Y no, por más que queramos encontrarla, nunca hallaremos una explicación verdaderamente convincente que nos consuele del naufragio de lo vivido y de lo amado. Por eso, llegado este momento, sólo queda alejarnos lentamente, en silencio, dubitativos sobre el pasado e inseguros del futuro. Sobrecogidos ante la banalidad y la levedad de nuestra propia existencia, y de cuanto en nuestro corazón arraiga.
La muerte del amor es algo semejante a la del día. Cuando existe, empieza sin conocer la razón de sí mismo ni su origen, no conoce el momento exacto de su nacimiento, el enamoramiento es otra cosa, y llega a su cénit sin advertirlo, sin ser consciente de sí mismo; Pero un día, uno cualquiera, sin conocer muy bien el porqué, lo que nos unía comienza a marchitarse, y en la angustiosa búsqueda de una explicación al desastre, tratamos de encontrar una causa en el otro o en nosotros mismos, tanto da. Y no, por más que queramos encontrarla, nunca hallaremos una explicación verdaderamente convincente que nos consuele del naufragio de lo vivido y de lo amado. Por eso, llegado este momento, sólo queda alejarnos lentamente, en silencio, dubitativos sobre el pasado e inseguros del futuro. Sobrecogidos ante la banalidad y la levedad de nuestra propia existencia, y de cuanto en nuestro corazón arraiga.
Para escuchar: "Mil días de ti y de mí" de Claudio Baglioni
Letra
"MIL DÍAS DE TI Y DE MÍ"
"MIL DÍAS DE TI Y DE MÍ"
-Mille giorni di te e di me-
(C. Baglioni-M. Ortiz)
Yo me escondí en ti y te he escondido
para que nadie nos pudiese así encontrar
y ahora que cada uno va por su camino
en libertad ya no sabemos continuar.
No te dejé una culpa ni un motivo.
Yo te hice daño para no dañar tu vida.
Tú, inmóvil, quieta, con el cielo sobre ti.
Verdugo y víctima yo me marché de allí.
Quién llegará después de ti,
Quién llegará después de ti,
respirará tu olor,
pensando que sea mío.
Tú y yo no lo pudimos evitar,
perdimos al luchar
contra millones de personas.
De las manos se nos fue
la historia de los dos.
Nos separamos como nos unimos,
Nos separamos como nos unimos,
sin hacer nada porque nada había que hacer,
salvo el hacerlo y lentamente huir de aquí
muy lejos donde ya no habría que fingir.
Y terminamos antes que acabase
para lograr que nuestro amor no terminase.
Yo te quería y sólo así te conseguí,
cuando entendí que yo me fui sólo por ti.
Y quién me amará después de ti,
Y quién me amará después de ti,
quién llenará tu armario
y encontrará el desorden que
tú dejaste en torno a mí
cuando te fuiste así
como en nuestra primera escena.
Los dos juntos todavía sin pena.
Y ahora a quién
Y ahora a quién
enseñaremos eso que
aprendimos tú y yo
sin entender jamás
qué es, si es real y verdadero
el fragmento del eterno por vivir
en mil días de ti y de mí.
Te presento a un viejo amigo mío
Te presento a un viejo amigo mío
el recuerdo de mí
por siempre durante todo el tiempo.
En este adiós
yo me enamoraré de ti.
Claudio Baglioni (Roma, 16 de mayo de 1951) es un músico, poeta y cantautor italiano. En 1967 escribe su primera canción, Annabelle Lee, inspirada en la poesía homónima de Edgar Allan Poe. En 1969 firma su primer contrato con la casa discográfica RCA, lanzando su primer álbum en 1970. Dos años después, interpreta algunas canciones para la banda sonora de la película Fratello sole, sorella luna (Hermano Sol, Hermana Luna) de Franco Zeffirelli. En 1972, lanza el álbum Questo piccolo grande amore que lo consagra e identifica para siempre como uno de los mayores cantautores románticos de Italia. Es en 1974 cuando se confirma su consagración como músico y cantante. Es el año del álbum "E tu...", y en 1981 lanza el álbum Strada facendo, que supera más de un millón de copias vendidas. En 1985 lanza el álbum La vita è adesso, que vende um millón y medio de copias, nuevo récord de ventas, permaneciendo en las listas de éxitos por casi dos años. Después de un tiempo de silencio en su carrera musical, Baglioni compone y graba el doble álbum autobiográfico Oltre, publicado en 1990. Este trabajo es el más valorado por muchos de sus seguidores y por el mismo Baglioni según afirmó en una entrevista en el 2005. En 1995, lanzó el álbum Io sono qui. Este es uno de los trabajos más ricos y variados de Baglioni, ya que todo el disco en conjunto es una rapsodia en el que se pueden encontrar canciones lentas y tristes, estilos de rock, jazz, blues. Esta hecho a modo de película, con distintas partes narradas (tiempos) que acompañan a las canciones. En España se publicó en 1996 una versión "mutilada" (sin esas partes cinematográficas) de este disco. en noviembre de 1999, Baglioni publica uno de los álbumes más innovadores y creativos de los que hizo hasta entonces. Viaggatore sulla coda del tempo es un álbum-concepto que coincide con el fin de milenio, y que tiene un carácter futurista, introspectivo y hermético en cierta medida. El uso en los arreglos de sintetizadores y de músicas dirigidas por ordenador predominan en gran parte del disco. En este nuevo álbum se encuentra una gran densidad en las letras y un cuidado máximo en las poesías. Cuatro años después, en el 2003 Baglioni edita su último álbum inédito hasta el momento: Sono io, l'uomo della storia accanto. En ese momento Baglioni decide hacer una gira multitudinaria a la que acudirán cerca de 2 millones de personas por los estadios de fútbol de Italia para dar por zanjadas las críticas que supusieron este tipo de espectáculos. Hasta 2005, Baglioni produce más de 14 álbumes, todos de gran éxito. En este mismo año lanza su primer libro, Senza música, una recopilación de sus escritos desde 1974, en los cuales narra su propia historia a través de su carrera de más de treinta años. Es también el autor del himno oficial de los XX Juegos Olímpicos de Invierno de Turín 2006. En 2005 y 2006 aparecen dos álbumes recopilatorios de Baglioni en castellano, "Todo Baglioni" y "Siempre aquí", dos discos que devuelven al cantautor romano la cuota de mercado que siempre tuvo en España, país en donde se editaron los recopilatorios, y en Hispanoamérica.
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